Sólo queda dar gracias a Dios por estar aquí, un año más, con los nuestros y con nuestra gente.
Y por supuesto, además de esa alegría por que Dios nos regale otro Domingo de Ramos, hay que recordar a los que ya están gozando de la plenitud celestial.
Aquellos que antes que nosostros estuvieron ahí, con su túnica y su escudo de La Cena... Los que nos enseñaron a hacer las cosas bien y sobre todo, con Amor...
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