No cabe duda que en mi caso no hablo como un cofrade de a pié, de otra hermandad que no sea La Cena, sino de alguien de esta cofradía, (además de Júa), que este día lo vive de una forma intensa, cerca de la gente a la que quiere y aprecia.
Son muchas las cosas que se disfrutan y se saborean este día de Corpus.
En mi caso, desde hace años, acostumbro en estos días grandes, -incluido nuestro glorioso Domingo de Ramos-, a poner todos los sentidos en lo que estoy haciendo.
Intento disfrutar de la luz, de los olores, (vaya si tiene olores increíbles este día de Corpus), de la música, (enorme Cigarreras), de los detalles más minuciosos y de todas las emociones que el día te regala.
Si encima ese día se vive de costalero con una cuadrilla como la del Cristo de la Humildad en la cual los corazones no caben debajo del paso, todo se eleva a la máxima potencia.
Por eso, cuando todo acaba, el cuerpo se encuentra en ese estado de felicidad serena, aún con la emoción de los momentos vividos, con esa alegría de sentirse privilegiado de disfrutar este regalo de hermandad que tenemos...
Gracias Dios mio.
Por todo.
Por haberme regalado a toda esta gente buena.
Por este puñado de familias que viven cerca de tí, con sus niños, con sus mayores, y con sus hermanos a los que tanto quieren.
Sólo te pido, desde la humildad, que me des salud para disfrutar más tiempo de todos ellos...
Fdo: J. V.
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