Qué bonitas las palabras que le dedicó el pregonero, Ignacio Pérez Franco, a Nuestra Sra. del Subterráneo. Palabras que hicieron emocionarse en pleno escenario incluso a Tomás Vega, tesorero del Consejo y Júa nuestro.
Transcribimos el texto dedicado a Ella, y aprovechamos para felicitar al pregonero de esta Semana Santa:
diadema como símbolo de su realeza. La Virgen además de Madre es Reina. Y bien que lo saben los cofrades de la Hermandad de la Sagrada Cena que desde el año 1.948 se han destacado en la defensa de la REALEZA de María,
Soberana Emperatriz de los cielos y de la tierra.
La VIRGEN DEL SUBTERRANEO es su reina con el llanto rosa de su carita
apenada. Cada Domingo de Ramos, desde el prodigio del palio que ideara
para Ella Juan Manuel Rodríguez Ojeda, derrama en las calles de Sevilla la
fragancia de su gracia esta rosa mística que sale de su casa bajo la luz,
madura e hiriente, de la tarde. Una luz que le presta sus reflejos sonrosados
tiñendo sus flores y el raso de sus mejillas.
Dicen que en el siglo III los primeros cristianos, en las catacumbas,
pintaban rosas como signos del paraíso. Aquí en Sevilla, ese paraíso está bajo palio en los Terceros, en la hermosa Virgen del Subterráneo, esbelta y bella,
crecida como el rosal de Jericó del que nos habla el libro de la Sabiduría.
Y así la esperamos impacientes en cita anual por doña María Coronel
con la tarde recién estrenada, como nuestra ilusión, entre el festón de los
naranjos que se inclinan para tocar la plata de su pena. Y la vemos venir
entre nubes de incienso caminando, con gracia de mocita sevillana, mecida al
compás de la música que la consuela con los acordes más hermosos.
La VIRGEN DEL SUBTERRÁNEO
De rosa viste la tarde
En el Domingo de Ramos
Viene llorando su pena
Llora que llora, y su llanto
Solo puede consolarse
Con la gracia de su palio
Y los piropos que quedan
Enredados en su manto.
Y el son de las bambalinas
Entona un rezo hecho canto
A compás con las cornetas
Y el tambor, que redoblando
Anuncia en la tarde clara
Que su pena está pasando
Y cuando el día se despide
y guarda su luz de rayos
es la cera la que alumbra
sus perfiles apenados
sin que se empañe el rubor
que enmarca el sol de su llanto.
La Virgen del Subterráneo
Pasó perfumando el aire
Desde el rosal de su palio.
Foto: Jesús Vega.
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